jueves, 29 de julio de 2010

Mi abuelo

¡Qué alto estás! Me dice mi abuelo.
Llevándose los dedos al inicio de la frente.
Como queriendo saludar
a un teniente en una guerra.

Como tapándose del sol.

¡Qué alto estás! Me dice,
de pie, justo delante.

Comprueba las medidas. Le miro y se sonríe:

puesto de puntillas me llega al corazón.

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