lunes, 10 de mayo de 2010

Poema con un barco, una estrella y una mujer (o “Transformaciones”)

La gente cree cosas extrañas como que
el hombre y la mujer que se juntan o
coinciden en la cama un día o en amor
más días como ese no cambian apenas
y siguen siendo iguales que antes, no
se vuelven en el acto un vehículo celeste
o un cazo de cocina un delfín japonés
que salta por el fin del otoño, digamos
que mucha gente cree mentiras semejantes
y piensa que no es cierto que un día las mujeres
del barrio en que vivía de pronto dijeron
que ya no amaban más, ni besaban, no hacían
masajes en la espalda fricciones alegaron
que Aurora que quería ser madre por ejemplo
en acto con un juez se volvió una estrella de mar.
O Alina y un pintor se hicieron barco mercante
y no un gorgojo pequeño como los dos perseguían.
Alina debe anotarse que era bonita hasta el delirio
y no le hacía justicia lo de tanto navegar.
Su padre por lo demás andaba muy disgustado.
Lo mismo que unas cuantas mujeres de la zona
que un nueve de septiembre acordaron con rabia
quedarse muy solteras muy solas siempre
y no dejarse el alma en jueguitos de azar,
así fuera una estrella de cine el que viniera
de noche a cortejarlas o un príncipe a caballo
pues vete tú a saber qué podía dar aquello
o vete tú a saber qué podría aquello dar.

4 comentarios:

  1. ja
    la resistencia, la tan "(agregue aquí adjetivo que le plazca)" resistencia.

    yo diría puta resistencia. tan puta como ignorante, creyendo que es posible meter sólo el cuerpo sin salir modificada. un rastro ya es una transformación.

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  2. joder, no; ayer no lo había terminado de entender. la idea es cojonuda, tenías un poemón, pero creo que no lo has hecho. ibas muy bien, como tú pero distinto; pero los últimos ocho versos los has metido de cualquier manera.

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